Aridoamérica
Tiene una latitud cercana al trópico de Cáncer, por lo que tiene un clima muy caluroso que puede alcanzar temperaturas extremas. Por esto, la vegetación es escasa, con mayoría de plantas cactáceas y pequeños arbustos.
Es un territorio extenso con una orografía accidentada, contando con varias cadenas montañosas que la atraviesan, como son la cordillera de la Sierra Madre Oriental y occidental, al igual que Sierra Nevada.
En Aridoamérica habitaron diversas culturas precolombinas, como son las Acaxee, Caxcán, Cochimí, Cucapá, Guachichil, Guamare, Guaicura, Guarijo, Huichol, Kumiai, Mogollón, Opata, Hohokam, Pai Pai, Pericú, Tarahumara, Tecuexe, Tepecanos, Yaqui o Zacatecos.
Oasisamérica
Se conoce como Oasisamérica a una región cultural muy específica dentro de una mayor, llamada Aridoamérica. Los pobladores oasisamericanos, desde el año 500 a.C. hasta el 1500 d.C., se sirvieron de técnicas de cultivo mesoamericanas y de la irrigación de los ríos Gila y Asunción, para asentarse y abandonar el nomadismo.
Las sociedades oasisamericanas fueron diversas entre sí y se organizaron en varias regiones culturales: Anasazi, Mogollón, Hohokam, Fremont y Pataya. En algunos casos desarrollaron complejos habitacionales de adobe, agricultura permanente y producción de cerámica, que los diferencian significativamente de los pobladores de la vecina Aridoamérica.
Oasisamérica, así como Aridoamérica, es un territorio climáticamente hostil: árido, seco, con poquísimas precipitaciones anuales y tierras poco fértiles, duras, surcadas de montañas, valles y planicies.
La vida en las regiones áridas del norte americano está adaptada a la sequía: vegetación xerófita, rica en cactos, matorrales de temporada y agaves, especialmente aquellos capaces de almacenar agua en sus propios tejidos. La fauna igualmente es resistente y feroz, abundando en arácnidos, reptiles y eventuales mamíferos como zorros o coyotes.
Durante miles de años Mesoamérica estuvo poblada por sociedades sedentarias, como los olmecas, zapotecas, mayas, toltecas y aztecas. Estas civilizaciones se caracterizaron por su gran desarrollo cultural con un estilo arquitectónico sofisticado, por las prácticas de cultivo (de maíz, frijoles, aguacate y vainilla) y por los complejos sistemas de gobierno y de religión.
Los arqueólogos estiman que en el 11.000 a.C. los pueblos de cazadores y recolectores ocupaban la mayor parte del territorio de Mesoamérica. El cambio hacia la agricultura comenzó a partir del 7.000 a.C. y permitió que los pueblos se establezcan de manera sedentaria.
La domesticación gradual de las plantas alimenticias, como maíz, frijoles y calabazas, dio lugar a la vida agrícola que se vio beneficiada por las propiedades del terreno húmedo y fértil. La lucha por el control de esas tierras agrícolas por parte de los sectores dominantes dio origen a la primera civilización mesoamericana, los olmecas.
A medida que los olmecas mejoraron la productividad agrícola, surgieron otras actividades como las artes y el comercio. Practicaban la cerámica con estilos variados y realizaron las primeras obras arquitectónicas sofisticadas, como las pirámides y las “cabezas colosales” talladas en piedra, de casi 3 metros de altura.
A partir del período clásico (entre el 300 d.C. y el 950 d.C.) se construyeron complejos urbanos y grandes centros religiosos. Por ejemplo, el Monte Albrán construido por la civilización zapoteca, que recibió la influencia arquitectónica de los olmecas.
Durante el último período, denominado posclásico (entre el 950 hasta el 1521 d.C.) las civilizaciones mayas, zapotecas, totonacas y toetihuacanas, desarrollaron importantes avances en la arquitectura monumental, astronomía, matemática y escritura.
Durante el último período mesoamericano ocurrieron numerosos enfrentamientos entre las distintas civilizaciones que buscaban expandirse y obtener cada vez más poder y control de las tierras. El último imperio poderoso fue el Azcapotzalco que cayó ante la invasión española en 1521.
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